Las aulas virtuales pueden utilizarse de diferentes formas, con diversos objetivos y modalidades. En carreras con modalidad a distancia son un elemento clave porque a través de ellas se produce el encuentro educativo. Pero también son un excelente complemento para la modalidad presencial. En éste último caso, según el uso que haga de las mismas, se la puede diferenciar en aulas como «apoyo» o «extendidas».
AULAS COMO APOYO A LA PRESENCIALIDAD
Es el uso más habitual que reciben las aulas virtuales en los contextos de educación presencial universitaria. Es el caso de la UNRC desde el año 2006. Pero también es el primer paso que dan los equipos docentes en el camino hacia la virtualidad.
«este tipo de aula funciona como “un auxilio”, un agregado de cuestiones de lo que sucede en la clase presencial. Desde este lugar la intencionalidad del docente está dirigida para que la misma se convierta en un espacio de reservorio de materiales, textos, guías de preguntas, videos, un espacio para “visitar, mirar y descargar” los materiales que resulten pertinentes a los alumnos. Podríamos decir que este tipo de aula podría encontrarse bajo lo que Mariana Maggio denomina inclusión efectiva, como aquellas situaciones en las que la incorporación del Aula Virtual se produce por recomendaciones, o tendencias institucionales, pero donde el docente no reconoce toda su potencialidad para generar un espacio de aprendizaje.» (Pascolini y Fernández, 2015).
AULAS EXTENDIDAS
Se trata de otra mirada, donde se incorporan nuevas herramientas con un sentido pegagógico, pensando en las estrategias de enseñanza que utilizaremos para favorecer los procesos de aprendizaje de nuestros estudiantes. También se denominan aulas aumentadas o ampliadas, porquecombinan lo presencial con lo virtual. De esta forma es posible trabajar bajo el esquema conocido como blended learning, aprendizaje combinado o mixto, es decir, integrar la tecnología e Internet con actividades tradicionales del aula presencial, que complementan, transforman y mejoran el proceso de aprendizaje.
«el aula extendida se constituye en un espacio donde enriquecer y ampliar los contenidos y las experiencias del aula presencial, donde dialoguen teoría y la práctica y donde los recursos didácticos, adquieran significatividad y transcendencia para los aprendizajes. A contrapelo del aula entendida como apoyo a la presencialidad, la extendida no sólo contiene “materiales teóricos” sino también se transforma en un espacio de comunicación pedagógica propia de los vínculos que se establecen en todo proceso de enseñanza y de aprendizaje …» (Pascolini y Fernández, 2015).
El aula extendida no es un instrumento tecnológico sino que utiliza la tecnología desde una concepción anclada en el paradigma interpretativo y colaborativo de la enseñanza.
«… donde el docente enriquece su propuesta pedagógica nutriéndose de los entornos que ofrece en todas las dimensiones de la virtualidad, en un escenario enmarcado en un tipo de aprendizaje que se produce en cualquier momento y en cualquier lugar, denominado por la literatura como “aprendizaje ubicuo”.
En este sentido queremos señalar la importancia de la acción mediada del docente: acción, como acto intencional, y mediada, por el uso de herramientas culturales, que requiere de los sujetos interpretación simbólica. En los espacios virtuales las herramientas tecnológicas están mediatizadas por la alfabetización tecnológica y el valor que los destinatarios le confieren. Por lo tanto, el desafío docente es encontrar los recursos para que esta mediatización sea efectiva y eficiente. El impacto sin precedente que estamos experimentando en términos tecnológicos nos ofrece la oportunidad de cambiar el paradigma pedagógico tradicional centrado en la figura del docente bajo métodos estandarizados de enseñanza, hacia otro que apele a las capacidades cognitivas y al trabajo colaborativo, donde la participación activa del estudiantado en la resolución de problemas, el análisis de casos, la reflexión crítica y la búsqueda del saber sean parte de un nuevo recorrido en su proceso de aprendizaje.» (Pascolini y Fernández, 2015).
El aula virtual, pensada como aula extendida, está orientada a generar como un espacio articulado con la propuesta pedagógica, cuyo diseño tiene un sentido y su objetivo es acompañar y potenciar los procesos de enseñanza-aprendizaje, estableciendo una red de intercambios y relaciones.
“La incorporación de este tipo de espacios y procedimientos permiten dinamizar y potenciar las propuestas iniciadas en el espacio del aula presencial pudiendo convertirse en terreno fértil para continuar las discusiones que se allí se inician, o bien puede constituirse en un espacio para proponer lecturas y armar grupos de discusión, o puede servir para compartir distintos materiales multimedia, o bien para proponer itinerarios diversos de lecturas, etc.”(Ingrassia y Giménez, 2016).
“En este tipo de aulas se articulan y combinan aspectos pedagógicos, tecnológicos y comunicacionales y cuando ello sucede es posible crear verdaderas comunidades de aprendizaje virtual en donde el intercambio y la producción de conocimiento encuentra un lugar propicio para florecer.
Para profundizar en el tema de aulas extendidas presentamos algunos artículos relacionados con las estrategias de enseñanza en la virtualidad.
En el artículo Orientaciones pedagógicas para diseñar propuestas educativas con aulas virtuales. Reflexiones y aportes para el contexto actual presentamos algunas pautas y sugerencias metodológicas para plantear actividades en modalidad no presencial utilizando aulas virtuales bajo la metáfora de aulas extendidas, sobre todo en el contexto actual donde se hace imprescindible contar con el acompañamiento de la virtualidad.
En la educación ha sido muy importante el aporte de la tecnología como mediadora de los procesos de enseñanza-aprendizaje, sobre todo con la llegada de la tecnología informática en general e Internet en particular con sus diferentes servicios: Web, e-mail, foros, chat, transferencia de archivos (ftp), telnet (manejo remoto), etc. El servicio Web (nacido en la década del 90) se impuso rápidamente, integró a muchos otros servicios y se masificó entre la mayoría de los usuarios. A partir de allí (a comienzos del 2000) comenzó a surgir el concepto de aula virtual.
Las universidades nacionales tienen mucha experiencia acumulada en la utilización de la tecnología informática aplicada en educación. Ello es así debido a que desde hace años trabajan con propuestas de educación a distancia de diverso tipo y procesos educativos mediados por tecnología, donde la virtualidad juega un rol muy importante (100% virtuales, bimodales o presenciales con la virtualidad como complemento). También es importante señalar que no hay recetas, las diferentes estrategias en el uso de la virtualidad se deben a que existen contextos educativos muy diversos, donde la virtualidad no alcanza porque son necesarias actividades presenciales (laboratorios, salidas a campo, actividades relacionadas el deporte, la salud, los cultivos, etc.). El desafío, entonces, es reorganizar nuestras propuestas educativas para postergar lo más posible éstas actividades, hasta la vuelta a las aulas «físicas», y mientas tanto desarrollar el resto de la currícula a través de aulas virtuales como un complemento de la presencialidad.
Para la elaboración del artículo nos hemos basado en tres trabajos muy interesantes, realizados por especialistas en la temática, denominados “Las Aulas Virtuales. Dos enfoques para su implementación”, de Roxana Pascolini y Alejandra Fernández, “Aulas extendidas o ampliadas: ¿cómo y para qué usarlas?”, de Clara Ingrassia y Adriana Giménez (ambos de la Universidad Nacional de Lanús) y “Algunas pautas para plantear actividades y recorridos pedagógicos en el aula virtual” del Área Tecnología Educativa, Facultad de Ciencias Sociales de la Universidad Nacional de Córdoba.
A modo de recomendación general podemos mencionar que en el diseño inicial de un aula virtual se incorporen ideas sencillas y acotadas, que luego se pueden ir complejizando con la utilización de nuevas herramientas de acuerdo a diferentes estrategias de enseñanza. Sabemos que cada campo disciplinar tiene sus complejidades, y no siempre se puede utilizar la virtualidad como reemplazo de la presencialidad, además de necesitar tiempo para su implementación y que puede requerir adecuaciones de todo tipo en lo normativo (planes de estudios, régimen de alumnos, gestión administrativa, carrera docente, etc.), formativo (docentes, nodocentes, estudiantes), infraestructura tecnológica, facilidades para el acceso masivo a Internet, adecuación de los materiales, etc. Por lo tanto, el aula virtual, y las propuestas que diseñemos para su utilización, serán un complemento, a modo de aula extendida de nuestra aula presencial.
En el artículo Entornos Virtuales institucionales para el diseño de propuestas pedagógicas nos abocamos al Sistema Integral de Alumnos (SIAL) y al Entorno Virtual Educativo LIbre Argentino (EVELIA), que son los espacios virtuales institucionales que ofrece la Universidad Nacional de Río Cuarto para todos sus docentes y estudiantes. Ambos fueron, y son, desarrolladas por la propia universidad, y adaptados al contexto de uso de la misma. Cuando decimos contexto de uso nos referimos al entorno académico-administrativo, socioeducativo, cultural y económico en el cual estamos insertos, a las posibilidades tecnológicas internas y externas (equipamiento, conexión a Internet y calidad de la misma), al grado de alfabetización digital de la comunidad universitaria, a las modalidades y características de nuestras carreras y asignaturas que las componen, entre los factores más importantes.
Volvemos a insistir en que, en la inmediatez y por las complejidades de cada campo disciplinar, no podemos utilizar la virtualidad como reemplazo de la presencialidad, aunque sí reconocer que es un importante complemento que, en las circunstancias actuales, nos permite generar un espacio de comunicación pedagógica y condiciones para el aprendizaje ubicuo. El tránsito hacia la virtualidad es posible, pero debe hacerse gradualmente y requiere de fuertes y claras definiciones de política institucional, un proceso normativo, formativo, planes de estudios y asignaturas orientados a incorporar la no presencialidad en la medida de las posibilidades y necesidades, una propuesta pedagógica que incluya la virtualidad con sentido crítico, adecuación de los materiales de aprendizaje, infraestructura tecnológica (redes, servidores, conexiones domiciliarias, redes móviles, software) y disponibilidad de acceso universal. Deben seleccionarse cuidadosamente qué contenidos virtualizar y porqué, qué tiempo demandará esa tarea, y fundamentalmente cómo hacerlo. No podemos forzar la utilización de herramientas tecnológicas para dar los mismos contenidos que en las clases presenciales, para ello es necesario realizar una transposición didáctica. Por eso es tan importante tener en claro nuestra propuesta pedagógica, y a partir de allí, pensar qué recorte de contenidos es el adecuado para la virtualidad, y con qué herramientas y estrategias didácticas hacerlo, de forma que el aprendizaje sea significativo.
Por lo tanto, el aula virtual y las propuestas que diseñemos para su utilización, serán (por el momento, ya que es incierto el futuro a corto y mediano plazo), un espacio de comunicación e interacción educativa para complementar la práctica pedagógica presencial, a la cual esperamos poder volver pronto.
En el artículo Estrategias de enseñanza en la virtualidad mencionamos que la incorporación de aulas virtuales en las prácticas de enseñanza que llevamos a cabo en el marco de la presencialidad constituyen una oportunidad para enriquecer esas experiencias. En este contexto de pandemia, resulta indispensable incorporar las mediaciones tecnológicas para enseñar y garantizar el derecho a la educación.
Mucho del trabajo que suele hacerse de manera presencial se puede mediar tecnológicamente para acompañar, guiar y explicar utilizando otros recursos (guías de aprendizaje, presentaciones de clase con videos o audios, debates vía foro o videoconferencias). Sin duda la traducción hacia virtualidad no es lineal, pero posible en muchas casos, aunque demanda formación pedagógica, tecnológica, mucho tiempo y dedicación.
Algunos de los interrogantes que se nos presentan son la forma en que establecemos el vínculo con nuestros estudiantes a través del aula virtual y qué estrategias de enseñanza aplicamos para acompañar y promover sus aprendizajes. En primer lugar debemos decir que no hay una receta, pero sí debemos evitar el tecnocentrismo, es decir, que la tecnología esté por encima de lo educativo. Con herramientas muy sencillas, bien diseñadas o bien utilizadas, se pueden lograr aprendizajes de calidad. Sin ir más lejos, hace 20 años la no presencialidad se afrontaba con una página Web, una cuenta de e-mail y una lista de correo electrónico. Ahora bien, en los tiempos actuales donde las aulas virtuales son los entornos donde se llevan a cabo los procesos de enseñanza-aprendizaje, ¿qué herramientas utilizo?, ¿para qué?, ¿de qué forma?, ¿las sincrónicas son mejores que las asincrónicas?.
En el artículo Diseño de materiales de aprendizaje. Herramientas para desarrollar clases de forma sincrónica y asincrónicapresentamos dos aspectos muy importantes en los procesos de enseñanza-aprendizaje mediados por tecnología como lo son la interacción e interactividad. Los espacios de interacción mediados tecnológicamente pueden darse en tiempos asincrónicos o sincrónicos. La interactividad se establece en el interior del triángulo didáctico (estudiante/estudiante, estudiante/contenido y estudiante/docente) y para lograrla deben diseñarse materiales de aprendizaje y actividades que la fomenten. Uno de los grandes interrogantes que se presentan en la incorporación de aulas virtuales en las prácticas de enseñanza es como generar espacios que resuelvan lo que conseguíamos con la relación cara a cara en las clases, fundamentalmente teóricas. Hay varias cuestiones a tener en cuenta en este plano. En primer lugar, debemos decir que la tecnología por si sola, por más sofisticado que sea el software que utilicemos, no resuelve ese problema. En segundo lugar, que no debe intentar replicarse el formato sincrónico de clase presencial de estilo magistral, donde el docente reúne en un aula a todos sus estudiantes y desarrolla la clase teórica, recibiendo preguntas, durante o al final de la clase. Ello debe ser reemplazado por otro tipo de estrategia de enseñanza que garantice mejores condiciones para el aprendizaje. Por último, no debe perderse de vista el derecho que tienen todos nuestros estudiantes a acceder a la educación, y ello se logra, entre otras cuestiones, teniendo especial consideración por la inclusión, dado que no todos disponen de los medios tecnológicos (computadoras, celular, Internet) ni de las condiciones óptimas para estar conectados diariamente o en el mismo día y horario que el docente.
Para poder afrontar todos éstos desafíos, en le artículo nos ocupamos de analizar diferentes alternativas para producir y complementar contenidos de corte teórico o teórico-práctico. Estos contenidos, relacionados fuertemente con la dimensión informativa del aula virtual, buscan enriquecer los materiales de aprendizaje para que los estudiantes logren aprendizajes significativos. En la actualidad es muy común que los docentes dispongamos de material digitalizado en diversos formatos (presentaciones multimedia, documentos de texto, imágenes, etc.) que utilizamos para desarrollar nuestras clases. Por ese motivo, sugerimos algunas alternativas de software sincrónico y asincrónico para desarrollar explicaciones y complementar los materiales existentes, es decir, otras formas de interactuar con los estudiantes desde el aula virtual para favorecer la interactividad al interior del triángulo didáctico.
La incorporación de aulas virtuales en las prácticas de enseñanza, que llevamos a cabo en el marco de la presencialidad, constituyen una oportunidad para enriquecer las experiencias de enseñanza. Incorporar las mediaciones tecnológicas ayuda a garantizar el derecho a la educación, sobre todo a quienes tienen más dificultades para cursar en la tradicional modalidad universitaria. La virtualidad puede reemplazar parte de la presencialidad. Mucho de lo que se hace de manera presencial puede mediarse tecnológicamente para conseguir objetivos de aprendizaje similares. Sin embargo, la traducción hacia virtualidad no es lineal, sino que demanda formación pedagógica, tecnológica, mucho tiempo y dedicación. Por ejemplo, una clase presencial de dos horas de duración, destinada a más de 40 o 50 estudiantes, no debería reemplazarse por una sesión de videoconferencia de similar duración, y pretender que tenga el mismo efecto. La sola elección de una herramienta tecnológica, por más sofisticada que sea, no resuelve el problema de la interacción. Debemos evitar el tecnocentrismo, es decir, que la tecnología esté por encima de lo educativo. El uso de cualquier herramienta tecnológica debe acompañar al diseño pedagógico de la propuesta, para no cometer abusos o mala utilización de las mismas. Lo pedagógico debe primar siempre por sobre lo tecnológico. Por ello, las herramientas deben adaptarse a la propuesta, no al revés.
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Universidad Nacional de Río Cuarto
Mg. Ariel Ferreira Szpiniak. Abril de 2020